Comenzaremos hablando sobre la vida del Fundador, el cual
fue, es y será una persona fundamental en la historia de la Institución.
Don Luis Orione fue un sacerdote todo de Dios y todo de los
hombres. Dedicó su vida entera a amar y servir al Señor en los más humildes, en
los más pobres y desposeídos. "Sólo la caridad salvará al mundo"
fue la convicción que marcó su vida; una caridad necesaria y urgente para
"llenar los surcos que el odio y el egoísmo han abierto en la
tierra". Esta convicción lo llevó a fundar la Pequeña Obra de la Divina Providencia
(1903), congregación que se extendió en su Italia natal y en tierras de misión,
entre ellas Argentina. Don Orione visitó por primera vez nuestro país entre
1921 y 1922, oportunidad en la que funda la comunidad orionita de Victoria
(Buenos Aires).
En 1934 regresa ala
Argentina y durante tres años desarrolla una incansable tarea
apostólica, pastoral y social. En 1935 funda el Pequeño Cottolengo Argentino en
Claypole y la sociedad ya reconoce en él al "Apóstol de la caridad".
La admiración y el afecto que su figura despierta se ve correspondida por el
profundo amor que Don Orione siente hacia nuestro país y su gente: "Ama
Señor a la Argentina ,
porque la Argentina
ama a tus pobres". El amor recíproco entre Don Orione y el pueblo
argentino se traduce en innumerables gestos de bondad y solidaridad que el
mismo Don Orione y los suyos convierten en obras para los niños, los jóvenes y
los más débiles de nuestra patria. El mensaje de Don Orione es una invitación a
mirar la realidad para transformarla con la caridad. Una caridad que se realiza
no como paliativo asistencial, sino como promoción de justicia, de dignidad
humana y de salvación integral del hombre y de la sociedad.
"Tenemos que ser santos, pero no tales que nuestra santidad pertenezca sólo al culto de los fieles o quede sólo enla Iglesia , sino que
trascienda y proyecte sobre la sociedad tanto esplendor de luz, tanta vida de
amor a Dios y a los hombres que más que ser santos de la Iglesia seamos santos del
pueblo y de la salvación social ", decía Don Orione. Hoy, sus obras y su
mensaje reafirman la vigencia de un testimonio que sigue anunciando que la vida
sólo es tal cuando se comparte solidariamente con el prójimo, especialmente con
aquel más necesitado y abandonado, pues en él "brilla la imagen de
Dios".
En 1934 regresa a
"Tenemos que ser santos, pero no tales que nuestra santidad pertenezca sólo al culto de los fieles o quede sólo en
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